25 julio 2006

Universo Blog

"La tendencia natural de las cosas es el desorden."
E. Schröedinger
Bien. Intentaré explicar un poco de qué se trata esto... Paciencia pequeños saltamontes.
Hace unas semanas, tras previa e inesperada recomendación, leí “El Caos”, del argentino J. Rodolfo Wilcock, cuento que me servirá para “justificar” la existencia de este blog. El personaje del cuento es un sujeto con ilimitadas limitaciones, apasionado por la metafísica y por descubrir cuál es el verdadero sentido del universo. La cuestión es que dicho sujeto llega a la shakesperiana conclusión de que aquella verdad que buscaba no es más que "el absoluto imperio del caos, la omnipresencia de la nada, la suprema inexistencia de nuestra existencia". En un primer punto, me detengo a comentar que precisamente es esta la ley que rige nuestro mundo y este blog: la total ausencia de orden, de lógica y la eminente presencia del azar en cada post.
Volviendo al cuento: una vez descubierto esto, que el universo no es más que una serie caótica, el sujeto decide organizar grandes fiestas en dónde reinará el caos; deseaba introducir el azar mismo en cada invitado, imitando la esencia caótica de la vida misma. El caos, este desorden forzado a nacer en dichas fiestas, comienza entonces a reproducirse y a expandirse y acaba por dominar la vida social entera. Pero es aquí donde el personaje encuentra su decepción: al final, este caos constante terminaría por convertirse en algo normal, algo rutinario… algo ordenado. Dice:
“El caos era siempre el mismo; el viejo orden sólo se había llamado orden porque al hombre le encanta usar esa palabra, pero con un poco de buena voluntad también podía haberse llamado el viejo caos.”
Entonces, el hombre, si bien se apodera de la palabra (por la que, según el sujeto, tiene especial afección), está imposibilitado de manejar orden alguno en el universo: el orden y el caos funcionan no como contrarios, como opuestos, sino como dos mitades fundidas del mismo melón cósmico que es el universo. Se funden, no se distingue uno del otro; y el hombre, usted que lee y yo que escribo, está totalmente incapacitado para demarcarlos y controlarlos. ¿O podemos acaso generar un orden completo bajo este presupuesto de que el universo tiende al caos? ¿O podemos vivir en un caos permanente, sin que esa situación se estabilice, se ordene?
Y de la misma manera, en este blog, estamos (tanto yo que escribo, como usted que lee) totalmente incapacitados para demarcar y establecer algún tipo de orden, de coherencia, de lógica en los discursos... Y de eso se trata este blog, que así como el universo, se autorregula en su propio equilibrio de orden/caos, coherencia/incoherencia. (Y sino, que mejor ejemplo que el presente post).
Grandes preguntas, entonces, las que genera en la mente este cuento de Wilcock (que comparte libro con otros más, los cuales recomiendo a todo quien disponga de tiempo y sepa disfrutar de una buena lectura); grandes preguntas con respuestas indeterminadas, ya que no está en ninguno de nosotros (usted que lee y yo que escribo) la capacidad de responder, pues como el mismo sujeto dice:

“no soy mas que un ser humano como los demás: débil, impedido, sordo y casi ciego, abandonado a la merced de las circunstancias, una voluntad insegura plantada en un cuerpo inadecuado, una ilusión de orden y de existencia en medio de un caos de desorden y de inexistencia, un suspiro de la naturaleza, y para peor un suspiro incompleto”. (1)

M.

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(1) Wilcock, J. Rodolfo, El Caos, Argentina: Editorial Sudamericana, 1999.

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